22 de agosto de 2011

El País de las Maravillas.

Sueña. Sonríe. Sorpréndete. Llora. Vive.
-Quiero enseñarte algo.-Me abrocho la chaqueta de lana, y me froto las manos en los pitillos gastados. Esas palabras salen de su boca lentamente, como si quisiera saborear cada una de sus palabras. Miro con curiosidad sus ojos verdosos, que con la luz brillante del día carecen casi de azul
-¿Está lejos?.
-¿Qué mas da eso?.-Carraspea. Comparo su pelo revuelto aun liso con los cabellos sedosos y ondulados de James, su hermano. Si te fijas bien en sus ojos, tienen una ligera similitud. Aunque son tan distintos, tan encantadores. Dave tiene sus dientes ligeramente torcidos, aunque James muestra una sonrisa completamente perfecta. Dave tiene unos ojos grandes y brillantes, aunque los de James son rasgados y oscuros. Los dos son altísimos. aunque Dave posee un cuerpo musculado y fuerte. Sin embargo, James es tan elegante, tan fino que parece que su cuerpo se compone de rectas y delicadas curvas. ¡Son tan diferentes!. Y los dos me atraen por igual. ¡Ay, Remember, y pensar que viajaste tanto para acabar igual!. Y es que, la historia se repite
-No la pierdas eh.-Sonríe.
-¿Para qué sirve?.-Frunzo los labios, nunca me han interesado mucho las sorpresas.
-Es la entrada para un lugar -Me agarra la mano. -Cierra los ojos.-Hago lo que me ordena. Inspiro lentamente, y siento  una oleada de viento fuerte que hace que me desabroche violentamente la chaqueta celeste. El  peinado recogido antes bien peinado, ha quedado en un intento de moño. Hago el intento de abrir los ojos, pero el fuerte viento hace que en menos de un segundo vuelva a cerrarlos con escozor. El viendo amaina lentamente, y aun siento su mano agarrada fuertemente a la mía.                      -Lentamente abre los ojos.-Dice en un susurro.  Hago lo que me dice nuevamente despacio, y ahogo una exclamación al ver borroso lo que veo. Sacudo la cabeza y abro los ojos más. Este lugar se parece al país de las maravillas. Sí, sí. El de Alicia. Pero, en este caso, este era nuestro país. El país de Dave y yo.
-¿La tienes?
-¿Eh?-Desorientada y confusa, hago un gesto de confusión. Luego, caigo a lo que se refiere. Le entrego la entrada azul, y sonríe.
-¿Preparada?.-Asiento. Tengo curiosidad de dónde me lleva.

Por un momento espero encontrarme con ese gato que sonríe tanto, con esa oruga fumadora, con los hermanitos rechonchos, y, sin miedo, con la reina de corazones.
Es un jardin largo, extenso y sin fauna alguna. Un cielo rosado cubre el horizonte, y más lejos, una puerta. Introduce la entrada, que segundos sobre sale con una marquita, parecida a la que hacen en el metro, donde, nos besamos.
Veo una pantalla blanca, ancha. Dos asientos, y gominolas de frambuesa. Tomo asiento. Se apaga la sala, donde solo se oyen nuestras respiraciones. Al comenzar, se pueden leer varias palabras abajo a la derecha.

Sueña. Sonríe. Sorpréndete. Llora. Vive.

21 de agosto de 2011

La noche en la que me desvelé.

Una resonancia sorda embriaga toda la habitación. Me siento en la cama con una exclamación ahogada. Me froto los ojos y veo alarmada  la hora que apunta el reloj. 6.43.
Arrastro la manta de piel hacia el suelo con los pies, y sin hacer ruido me dirijo a la cocina. "Tengo que encontrar algo, pero ya". Pienso. Una luz anaranjada se incluye en la cocina que, poco a poco consigue que tenga que entrecerrar los ojos. Respiro hondo, lentamente. Cojo la cesta de buñuelos con chocolate frío y le doy a la tecla de 2 minutos al microondas. Cuando ya tengo esa masa caliente con chocolate fundido entre mis manos, me dirijo hacia la habitación de Dave. Suspiro. Empujo lentamente la puertezuela, y hace que otra oleada de luz naranja me deslumbre. Allí está, en su cama de más de dos metros, tapado hasta la coronilla. Sonrío, y cierro la puerta. Dos pasos mas allá está la habitación de James. Me sorprendo al ver que está cerrada desde dentro, y no se puede entrar. Me encojo de hombros, abatida, y me dirijo hacia mi habitación. Comienzo a relatar.

"Siete y once minutos"
"Nadie sabe con certeza cuando, donde o como. No hay ninguna persona que te pueda asegurar que todo va a ocurrir en algún día o momento determinado. Nadie. Hoy piensas que todo va a salir bien, y te sorprendes. Pero supongo que eso es lo bonito de todo esto. Que si ve que hoy no ha salido bien, piensas que mañana será otro día. Y así sucesivamente hasta que ocurre. El truco no está en esperar, si no en creer en que algún día sucederá."

20 de agosto de 2011

James o Dave.


19 de agosto de 2011

Demasiado coincidencia.

La habitación permanece oscura, silenciosa. En el ventanal se oye el repiqueteo de un gorrión color negro que salta y pía sobre el alféizar. Estoy harta de contemplar la habitación desde este ángulo muerto, pero aún así, no hago el mínimo intento de saltar de este maldito sillón, el único recuerdo que me traje de París. Su color morado reluce tanto como el primer día. Aun recuerdo cuando me lo regaló, lo bien que permanecía en aquella habitación turquesa en la que tantos buenos momentos pasé. Lo veo con desprecio, con asco. Su color morado me marea, hace que me estremezca de dolor. Cierro los ojos, y lo diviso de un color blanco, blanco como las nubes, puro y limpio. Abro los ojos. Me acuesto sobre sus brazos, dejando la melena caer son sus respaldos. Me pregunto si Dave andará por ahí, aun navega por la playa donde nos dimos el segundo beso. Oh, ese beso. Sacudo la cabeza, con la intención de olvidar cada uno de mis pensamientos. Miro al techo, al ventanal. Sonrío. El pequeño gorrión comparte mi alféizar con otro muy similar a él. Pongo mi palma aun húmeda sobre el cristal, y me estremezco al sentir el frío contacto. Suena el sonoro toc toc en la puerta. pregunto:
-¿Sí?
-Eh... ¿Dave?.-Una voz ronca, pero aun parece joven.
-No, soy Remember.
-¿Quién?.-Parece confundido. Me incorporo y me recojo un poco el pelo con un moño. Me siento sobre el mullido sillón, y me abrocho el abrigo (Otro recuerdo que rescaté de mi antigua vida), luego, digo:
-Eh, pasa si quieres.-Escucho el chispeante sonido de unos zapatos negros, que, es lo primero que veo. Reconozco su chaqueta con un corte poco similar, parecido a los de marca francesa, o italiana. Sus pantalones de tela cara, brillantes. Y su peinado revuelto y negro, con unos ojos oscuros, tan oscuros que no se diferencia su pequeña pupila. A su lado parezco una pordiosera.
-Soy James, el hermano de Dave.-Sonríe, y me enseña sus dientes perfectamente alienados, brillantes. Al sonreír se descubre una pequeña cicatriz bajo su mandíbula, que hace que me hipnotice, y permanezca varios segundos divisando aquella marca tan atractiva. Carraspeo un poco, y me presento. Su pequeño sombrero invernal hace que recuerde a una temporada antigua, muy antigua. Parece sonrojado, y alegre por verme. -Traigo pomelos.-Me sorprendo y no puedo evitar levantarme de un salto.   -¡Y azúcar!.-Sonrío, y le dejo sitio a mi lado, ya que el sillón es perfectamente cómodo para dos. Entonces siento ese ardor en los ojos, vuelvo a frotarme los ojos violentamente, y me dispongo a disfrutar de aquel manjar.  No puedo evitar pensar en la dubitativa de cómo ha sabido exactamente mi postre, comida, cena o desayuno favorito. Sacudo la cabeza y pienso que habrá mucha gente como yo. Le sonrío, y asiento como para agradecerle y disculparme por solo haberle dejado de disfrutar de medio pomelo. Vuelvo a mirarlo, y a disfrutar de su elegancia, su frescura y talante. Su vestimenta y ese olor tan dulce y embriagador. Me mira de una manera tan íntima, tan reconocible que me hace pensar seriamente si ya lo había visto antes. Y entonces lo sé. Esos ojos, esa sonrisa, y esos labios lleno de azúcar y jugo de pomelo. Me atrevo a preguntarle.
-¿Nos conocemos?
-Créeme, no le ofrezco este manjar a nadie que no esté seguro a que lo vaya a disfrutar, o al menos tanto como disfrutaste tú.-Carraspea. Me esfuerzo en descifrar aquella mirada penetrante, aquellos labios rosados y finos como la hoja de afeitar. Y finalmente concluyo. 
Quizás sea un deja vu. 

La calita con arenas doradas.

Siento una sacudida cuando una ola agresiva rompe en los dedos de mis pies. Elevo la cabeza con suspicacia, y entrecierro los ojos por la claridad de la mañana. El olor salado entra por mi nariz, recorriendo cada rinconcito de mi cuerpo. Muevo los dedos arriba y abajo, ya que han quedado aplastados bajo una masa espesa y pringosa de arena mojada. Sonrío. 
-No te acobardes. Lo estás deseando.-Siento una oleada de calor en mi mano, cuando alguien me agarra suavemente los dedos y los sacude lentamente. Susurra.-Es muy temprano. Me sorprendió no verte en mi cama.
-Siento que tuvieras que dormir en el sofá. Me siento una intrusa.-Me trago una carcajada, y de ahí sale un sonido bastante extraño.-Necesitaba oir las olas. Hace  tanto tiempo que no vengo a una playa como esta... desde...-Trago saliva, y siento como me arden los ojos. Enseguida me froto violentamente y sonrío. Lo miro a los ojos, está tan confuso como yo. Gira su cabeza hacia la derecha y susurra, como intentara no despertar a alguien débilmente dormido.
-¿Te apetece...-Hace una pausa-...un baño?.
-¿Estás loco?-Encojo los ojos.
-Lo suficiente como para hacer esto.
-¿Cómo?-No tengo tiempo suficiente como para terminar la frase, cuando me coge por la cintura y me lleva violentamente contra las olas. Pataleo y grito, aunque sonrío y río, aunque ruego que me suelte, a mis adentros deseo que siga así, que me agarre y me apriete contra su cuerpo. La ropa se nos pega fría a nuestros torsos, y cuando al fin me suelta, siento que me sonrojo. Me abrazo a mi misma, y no por frío, si no porque tras la tela casi transparente, puede divisarse casi toda mi anatomía, sin nada más abajo. Lo observo una vez más, Me prometo que tan solo será un momento, un segundo nada más. Su cabello platino le cae mojado sobre la cara, revuelto y frío. Comienzo a tiritar, y me acerco rogando un poco de calor corporal, como una cría buscando en calor de su progenitor. Introduzco mis palmas arrugadas y frías bajo su camisa, y siento como se estremece al tacto de mi piel con la suya. Escondo mi cara en su cuello, aunque necesito ponerme de puntillas para esto. Sonrío escondida en su garganta fuerte y relajada. Noto como se tensa y sonríe a mi vez.
Me percato en que somos dos locos abrazados en una pequeña playa a las siete de la mañana, mojados y ¿por qué no?, quizás enamorados.

Rose.

17 de agosto de 2011

Vagón 23.

Quizás yo buscara de algún modo esto. O de algún modo deseara acabar así. Todas las personas me repetían que un clavo saca otro, que cuando una puerta se cierra una ventana se abre, quizás un ventanal grande y luminoso con vistas al bosque. Pero, lo que entiendo, todo significa lo mismo. La vida es una real mierda, y tienes que esperar a que el destino te mande alguna cosa buena. Quizás deba de ser más positiva, atraer buenas vibraciones hacia mí. Pero dudo que sea tan fácil, tiene que tener alguna clase de truco que aun yo...
-Perdona.
-¿Qué? ¿Quién...?-
 Esboza una sonrisa cálida, que refleja mi vista aturdida en sus blancos e inmensos dientes. Luego, dice:
-Perdona, ¿Vas a coger ese libro?.
-Pues la verdad es que sí, créeme, lo necesito más que tú.-Sonrío y pestañeo rápidamente para creer lo que realmente estoy viendo delante de mí. Un chico alto, con ojos azul mar, un verde azulado que penetra tan dentro de mí, que siento una ligera punzada en el estómago. La biblioteca está en silencio, y la sección de drama-juvenil está desierta, desierta sin contar a aquel chico de ojos soñadores, y a mí.
-Yo pienso que no. Nadie es más desdichado en estos momentos. Oh, perdona, me llamo Dave, y no suelo venir por aquí.-Encoge los hombros y mira hacia su derecha a la vez que sonríe timidamente. Ese gesto hace que un mechón rubio platino caiga por su perfecta frente.
-No sabes lo que de verdad es tener una vida de pura pena. - Me tiemblan las piernas, así que hago un gesto de exasperación con la cabeza y me dirijo hacia una mesa de roble oscuro con el libro en la mano. Él me sigue a paso rápido, con sus perfectos movimientos y facciones. Coloca una silla junto a mi, sentándose con el respaldo sobre su cultural pecho, y apoyando sus brazos entrecruzados sobre la mesa. Luego sube la vista hacia a mí lentamente, haciéndome sentir un calor íntimo.
-¿Eres de por aquí?, Es decir, nunca te había visto caminar entre estos libros, si fuera de lo contrario, te recordaría, créeme.-Sonríe.
-¿No dijiste que no venías mucho por aquí?-Me muerdo el labio inferior y suelto una carcajada demasiado sonora. Se oyen varios "¡Chist!" de fondo.
-No lo suficiente. Por cierto, aun no me dijistes tu nombre.
-Bueno Dave, yo soy Remember Rosember.
-La pequeña Rose, ¿eh?.- Me gusta, para empezar de nuevo en una ciudad completamente distinta, sin duda era un nuevo nombre genial.
-Exacto. ¿Te apetece un café? No conozco a mucha gente de por aquí.
-Tendremos que coger el metro.-Hace una mueca.
-Prometo protegerte, si es eso lo que te asusta.-Me levanto con el libro entre los brazos, cuando me giro- ¡Eh, Dave!, ¿No necesitabas este libro para alegrar un poco tu vida gris?-Sonrío, de una manera que enseño todos los dientes.
-Ya me lo has alegrado, ya no lo necesito- Me guiña el ojo y me agarra la cintura.-¿Preparada?.-Asiento.

 Tras pasar toda la tarde en una cafetería, con cintas gratuitas del local en la frente, cintura y demás, me hago valiente y digo:
-¿Vives solo?
-Con un amigo, ¿ por?
-Estoy buscando piso y... Solo serían unos días...
-Tienes casa.-Subimos al metro de las once en punto, donde a tan altas horas de la noche, tan solo dos vagabundos y tres adolescentes borrachos navegan en el vagón 23.
Eh, Rose, yo...-Se acerca lentamente, haciendo que fuertemente nuestros labios se fundan, que poco a poco la violencia de aquel beso, se fue convirtiendo en un dulce y cálido beso. El vagón da un traspiés, y hace que su cuerpo me empuje hacia una vara y me choque la cabeza. Lo último que recuerdo, es levantarme en una cama con sábanas olor jazmín, y unas vistas impresionantes de un bosque verde.

7 de junio de 2011

Un nuevo destino.

Nunca me gustó demasiado el verano.
Las tardes son mucho más largas, y me desesperan. Mi piel se reseca y las estrellas brillan más que nunca.
Brillan muchísimo. 
Si pudiera elegir algo del verano, sin duda serían las estrellas. Cada una te guiña, te saluda. Quizás aún no os he contado que me fui. Si, me fui. Ya era hora de decir adiós. De darme cuenta de que Jhon no era ese príncipe, ni que Rosse llegaría a ser algo más de lo que ya era ; mi tutor legal.
Ya llegaba el momento de despedirse, y decir hola a nuevas oportunidades. Me esperaba toda una ciudad a mis pies, un verano por delante, y mil una estrellas que me guiñarían cada atardecer. Y, ya era hora de dejar atrás los recuerdos, y comenzar a colorear nuevos, por que, si os confieso algo, esos tristes recuerdos comenzaban a aburrirme. Así, que, preparaos, porque, mundo... Remember vuelve a estar presente, y esta vez, de verdad.


Querida libreta... Siento haberte abandonado bajo la almohada, pero necesitaba recoger suficiente valentía como para volver a abrirte. Prometo escribirte siempre que pueda. Y, esta vez, prometo cambiar. ¡Cuidado mundo, Remember está presente!.




...

2 de mayo de 2011

Un buen día para no destacar.

Que seas la reina del ajedrez no significa que no te manejen como a cualquier otro peón. 
¿Nunca habéis sentido, como si unas manos a tus espaldas manejaran todo tus actos?
Es como si el viento te manipulara, hacia el camino incorrecto. Y entonces, te das cuenta que, aunque seas la más importante en la tabla, siempre podrás ser gobernada por sus manos. Solo una etiqueta te diferencia de las demás fichas. "Reina". 
Querida, amada libreta. ¿Como puedo explicarte cuáles son mis sentimientos?. Es, como ver todo desde otro ángulo totalmente indiferente. Es como si una inscripción absurda te volviera diferente a los demás. Ay, libreta, cómo te explico como me siento.
¡Siento tantísimo dolor!. Que casi no puedo escribirte, libreta. 
Ay, si supiera como explicarte, que hoy me muero de amor.
Que con tan solo tocarle, puedo ver su alma. Me ama con tanto bien, libreta.
Y el problema, que aun siendo la reina, la más importante, hoy desearía ser un simple peón.

18 de abril de 2011

Llegar al cielo con tan solo un te quiero.

-No sabes lo que duele verte suspirar y no poder hacer nada para arreglarlo. Porque yo no soy el que los causa. Ahora mismo eres tan inalcanzable... Desearía poder besarte y poder saber si sientes lo mismo que yo... Porque cuando te tengo así de cerca juraría poder volar. Juraría poder tocar las estrellas con los dedos. Dime que sientes eso cuando estoy frente a ti. Cuando estoy sobre to nariz y comienzo a besarte, Remember. Dímelo y prometo ser el hombre más feliz del mundo. Hazme llegar al cielo con tan solo un te quiero.

-Cuando te beso, juraría poder saborear cada una de las nubes. Cuando te toco, podría volar. Cuando te veo, juraría volver a vivir. Aseguraría poder llegar al cielo con tan solo un te quiero.

-Te quiero.

-Yo también te quiero.

Su presencia me calmaba y me hacía enloquecer a la vez. Si me besaba, si me tocaba, si me susurraba. Todo era delicioso. Pero por mi cabeza volvían esas dudas. ¿Sentiría esto multiplicado por tropecientos si me besaba, me tocaba o me susurraba Rosse?. Algo estaba claro. Estaba a más de tres dedos de él, además de que mi vida ya no era la de antes... Ya no eran tres simple dedos, si no muchísimo kilómetros. había madurado, a que estar junto a Jhon era lo mejor. Siempre pensé en lo que sería madurar. y por fin lo comprendo. Madurar significa sacrificar y perder. Junto a Jhon perdería, pero a la vez ganaba. Estaba decidido. Amaba a Jhon. Y lo que sentía por Rosse, poco a poco, s eiba perdiendo. Porque junto a Jhon, con un te quiero surcaba el cielo... Pero con un te quiero de Rosse, yo poseía todo. Todo era nuestro. Y no más, también llegue a amarlo, y también llegue a olvidarlo y claro, también a perderlo.

Querida libreta, ¿Hago bien al olvidar a Rosse?.

9 de abril de 2011

Yo no soy yo, él no es él.

Puede que ahora este sonriendo. Puede que ahora todo me vaya genial, y piense que la vida es maravillosa. Pero ese pensamiento aun me atormente cada segundo, cada minuto. 
¿Y si me he equivocado?.
-Jhon, ¿Que nos ha ocurrido?.
-Eh yo...
-¡No! ¡Shh!. Déjame hablar primero a mi, por favor. 
-Está bien, comienza Rem.
-Son tus ojos. Ya no chisporrotean, no gritan ni ruegan nada. Ya no besas con esa dulzura, ya no me abrazas con esa presión o fuerza en tus brazos. Ya no eres tú, y quizás yo no sea yo.-Acariciaba su pecho, besaba y atormentaba cada segundo que transcurría en sus brazos. Era como una mala medicina. Te curaba ese mal, pero te provocaba una segunda enfermedad, aun peor.
-¿Estás diciendo que yo no soy yo?
-Ni yo soy yo, ahora. Y quizás mañana tampoco sea yo. Por eso quiero que vuelvas, para que yo vuelva.
-Entonces... Ahora mismo ¿Quiénes somos?.
-Dos desconocidos que se aman con locura.
-Y, ¿Qué hay de malo en eso, Remember?
-Pues que yo no soy yo, y tú no eres tú. -Lo miraba con tristeza, cada vez más cuando me percataba de que, por más que buscara en sus ojos, ya no volvería a ver esas chispitas que salían cuando solo yo lo miraba. Habían desaparecido.
-Hagamos que vuelvan, como solo tu y yo sabemos.
-¿Cómo Jhon?
-Amándonos, amándonos mucho. Así, cuando se percaten de lo mucho que el uno se extraña al otro, volverán.
-Me gusta tu plan.-Sonrío. Pero, a la vez sé que todo este cuento, tan solo es un decorado para no decir que, quizás, y solo quizás, esa chispa de amor... Se haya esfumado, como ese frío de invierno, que había sido derrotado por la cálida brisa primaveral. Quizás y solo quizás, extrañaba a Rosse.

Si giraba la cabeza, podía ver las pequeñas florecillas dando sus buenos días en aquel campo. Si asomaba un poco más la cabecilla, la levantaba hacia el Sol, lo veía a él. Mi corazón palpitaba con fuerza, veía sus ojos brillar y bailotear en mis pupilas. "Tan solo es el sol" Me repetía una y otra vez, "no ha vuelto" me burlaba de mí misma. Y lo peor de todo, es que no sabía si debía estar allí contemplando el trigo ocre, o estar a tres dedos de allí, admirando la dulce primavera de París, y quizás, solo quizás, bajo el brazo de Rosse.

1 de abril de 2011

El globo terráqueo.
















-No estamos tan lejos. Si te das cuenta tan solo son tres dedos. Si posas tus tres dedos sobre el mapa, te das cuenta de que no estamos tan lejos. No, no. Por favor, llámame.-Fin de la llamada. El silbido estruendoso del móvil cedió. Presioné el aparato sobre mi cabeza, justamente en mi frente. Cerré mis ojos, y recordé cada beso.  Cada momento, segundo o tontería junto a él. Caminaba descalza con cuidado de no pisotear ningún de los papeles, cubiertos de plástico usados, y otras basuras desperdigadas por la habitación. Estaba enfrente de aquel globo terráqueo donde hace meses calculaba los días para volver. Hoy, espero su regreso. Sujetaba el teléfono en mi hombro con ayuda de mi cabeza, y dibujaba nuestros nombres en él, justamente donde residíamos. Sonreí. Luego, me encaminé hacia la habitación de Rosse. Sonriente y con mis maletas de lunares naranjas en las manos, aparté la puertecilla quisquillosa de una patada. 
-Hace mucho tiempo, me enseñaron que debes perseguir tus sueños para conseguirlos. Allá donde esté. Donde te pille, debes ir.
-¿Te irás?
-Debo perseguirlo, para conseguirlo.-Sonreí con unas pinceladas azules en mis mejillas. 
-¿Volverás?.
-Si, cuando la pequeña Esthela nazca. 
-Suerte, Remember.
-A tí también, Rosse.

En la maleta, viajaba el globo donde los nombres dibujados con permanente negro, poco a poco se iban acercando, hasta volver a juntarse. El tren estaba totalmente en silencio, tranquilo. Agarraba el pequeño botón negrizco, y besaba la alianza con nerviosismo. Poco a poco volvía a sentir sus labios, cada centímetro más cerca de él. Porque ese "Siempre" se estaba convirtiendo en "Posiblemente". 
Corrí hacia la vieja casucha donde residía él, más allá del centro de la ciudad. La lluvia rugía, y azotaba con sus brazos invisibles mi pecho. Llamé insistentemente varias veces, hasta que al otro lado de la lóbrega puerta, encontré esos ojos que tanto había añorado, esos ojos chispeantes. Y entonces comprendí que esos tantos kilómetros que nos separaban incondicionalmente, se había convertido en tres dedos. Es más, en tres centímetros. Por que si levantaba mis dedos del mapa, esa distancia desaparecería, y, sí. Había desaparecido. Esa distancia que tanto nos atormentaba, esos kilómetros... Se había convertido en centímetros. Y, al fin y al cabo, tan solo eran tres dedos los que nos separaban.

21 de marzo de 2011

El comienzo de noventa y dos días y veinte horas.


-¿Lo sientes? Enserio... Es que te cautiva, ¿eh Mijita?.-Agarrados del brazo deambulábamos por las calles rodeados de florecillas color encarnado, niños con algodón de azúcar, manzanas de caramelo, y toda clase de puestecillos donde comprar viejos recuerdos.
-¿El qué debo sentir?.-Devoré de un mordisco la nubecilla bañada en chocolate, que, había dejado su rastro en mi nariz pecosa. 
-La primavera. Está ya bajo nuestros pies. 
-Eh, Rosse. ¿Sabías que la primavera consta de noventa y dos días y veinte horas, exactamente desde ahora?.-Nos miramos fijamente,  tras sus gafas de aviador, se escondían los ojos brillantes.
-Pues eso solo puede significar una única cosa...-Con curiosidad lo busco con la mirada, pero esas malditas gafas lo ocultan. Agarro su cara caliente con ambas manos y me acerco a su cara, acariciando mi nariz con la mía. Lo beso en la mejilla, le acaricio el pelo y suspiro.-...Mijita, eso sólo puede significar que, tenemos noventa y dos días y veinte horas para que esas florecillas digan adiós.
-Pues, yo creo que significan otra cosa... Yo creo que significan que tengo noventa y dos días y veinte horas para amarte hasta que llegue el verano.
-Y cuando llegue el verano... ¿Qué?.-Le sonrío complaciente, le agarro la mano y giro a su alrededor.
-Cuando llegue ese 22 de Junio... Tendremos otros muchos días para querernos igual.-Las luces se apagaron, y los fuegos artificiales cosquilleaban en nuestras pupilas ardientes. Lo agarré por el brazo, y lo amé profundamente esa noche, ese veintiuno de Marzo, cuando unos noventa y dos días y veinte horas, se convirtieron en un puñado de besos, caricias, y flores encarnadas entre mi abrigo negrizco, y su pelo encrespado.

12 de marzo de 2011

La Posdata es la parte más importante de la carta.


¿Qué tal todo?
¡Ey Jhon!
Hoooooooooooola...


¿Cómo se podría comenzar una estúpida carta?
Más de ocho millones de papelitos tachados revolotean por mi escritorio. Resoplo, y grito de furia y exasperación. Ya ha pasado casi 17 días desde su marcha, y aun no le he escrito nada. Ya sé que debería esperar la suya, pero sería demasiado doloroso para ambos que, tuviera que responderle con un "Lo siento pero estoy con Rosse".
"Puf, puf puf"
Llaman a la puerta. Hago una pelotilla con el papel número tropecientos, y me dirijo hacia el ventanal. Sonrío.

-¡Hola pequeña! ¡Mira que estás perdida, eh!
-Hola Cris, me alegra verte.
-¿Qué haces?.-Muestra una cara de asombro, acaba de ver escrito el nombre de Jhon en una de las pelotillas. 
-Es... Bueno son intentos de cartas... Eso se me da de pena, enserio.-Suspiro. Me guiña un ojo y levanta el dedo pulgar, luego salta y, revoltosa, grita:
-¡Demasiado fácil!. Déjame ayudarte, por favor, por favor.-Pone morritos y junta las dos manos mientras se arrodilla. Me mira a los ojos e imita los ronroneos de Luis, el gato de mi vecina.
-Bueeeeeeeeeeeno, pero algo sencillísimo , ¿Eh?.
-Si, si si, claro, tú déjalo en mis manos. Y, no la leas hasta que me vaya, ¿Entendido?.

El crepúsculo no se esmera en aparecer, Cris, se marcha contenta, felíz. Pero, antes de cerrar la puerta tras de ella, se gira, me besa la frente y me sostiene el mechón de pelo, cuando me lo coloca tras la oreja, y me dice :
-Prométeme que si no te llega respuesta, no te entristecerás.-Suspiro, empiezo a cansarme de tantas promesas.
-Que si... Anda, márchate que pronto va a oscurecer.
-¡Adiós mijita!
-Adiós pequeña.- Cierro la puerta con un resonante portazo. 
  
  Me tumbo en la cama, que parece quejarse con un sonoro chirrío.  Estiro el brazo, y arrastro la carta hacia mí. Abro el sobre con cuidado, sin estropear el delicado lazo turquesa que lo rodea. Comienzo a leer en voz alta.

Para el viajante sin destino :
No todo tiene sentido. Cuando algo ocurre sin más, es por que algo está apunto de cambiar, como si eso de lo que siempre estamos dispuestos a hacer, ahora lo vemos del todo complicado.
Puede que esto sea una mala racha. O simplemente es un final sin conclusión aun escrito. No intentemos escribirlo nosotros, porque sería desafiar al destino. No pretendamos viajar contracorriente, porque iríamos a la deriva. No tratemos de fingir que todo va bien. Espero que mis palabras hayan desordenado tu conciencia, ya que, sino más, era lo que pretendía. Espero que te vaya bien allá donde estés. 

                                                                                                              Con amor, Remember.

PD: Te quise, te quiero y te querré siempre.

9 de marzo de 2011

Aveces cruzar los dedos no es suficiente.


Sería tan fácil echar a correr, salir volando...
Sería tan fácil volver la cara, y marchar. Pero hay algo que me impide marcharme con él. Avanzar rápido, sin mirar atrás, ni lo recuerdos que he ido desperdigando, agarrando, e incluso olvidando por ahí. Eso sería lo fácil. Pero, entonces, abro los ojos y lo veo. Tengo su sudadera colocada, su cintura atrapada por mis brazos flacuchos. Quizás más tarde... Pienso. 
Jhon es mi otra mitad... O quizás lo sea Rosse, el que ha compartido todo a cambio de nada.
Y, es que sería tan fácil salir corriendo.

Olvidarlos a ambos, una vida nueva, sin tachones. Sin Jhon, sin Rosse. La mímina idea que revolotea por mi costado, hace que me estremezca. 
-No quiero enamorarme.
-Nadie te obliga Mijita...
-Sabes que me acabaré enamorándome, como siempre...
-Hagamos esto, Rem. Mírame a los ojos, y júrame que no te enamorarás de mí en ningún momento. Ni un poquito.
-Qué creído lo tienes tú, ¿No?.
-Prométemelo.-Me observa serio, algo distante.
-Lo prometo.-Tras mi espalda, los dedos juguetean, pero algo ocurre. En un ligero lapsus, mis dedos se cruzan entre sí. El índice con el corazón. Un lazo perfecto. Entonces, pienso : Promesa rota.
Suspiro, lloriqueo y vuelvo a suspirar. ¡No quiero enamorarme!. Vete de mí, ansias de Rosse. Vete de mí, recuerdo de Jhon. Querida libreta... ¿Qué debería hacer?. Él solo está en mis fotos, no responde a mis llamadas... Mientras, el pequeño Rosse... No, no. Y la cuestión es que...
¡No quiero enamorarme!.

-¡Apresúrate!.-Las gotas frías, deslizan en nuestras caras. Su pelo casi anaranjado brillan con la humedad. Bajo un viejo techo de tela, donde hace años jugaban pequeños niños, nos acercamos poco a poco, hasta que nuestras narices se convierten en una totalmente independiente. 
-Parece que no va a cesar este chubasco, ¿eh?
-Tus ojos brillan más que nunca.-Digo alucinada, con la belleza de su rostro frío. El beso nos hundió como en un sueño demasiado corto como para que pasasen las horas. Poco a poco abrí los ojos. Y, es que es tan fantástico ver a el chico que te gusta entregado a ti, besándote con ternura... Es increíble.
-¿Qué pasaría si me hubiera enamorado de ti en tan solo 23 horas?
-Que hubieras roto nuestra promesa Mijita.-Me muerdo el labio, recuerdo que crucé los dedos.
-¿Y qué más da?.-Agarro su pelo con mis dedos hundiendo mis manos bajo su espeso pelo anaranjado y frío.
-Parece que el sol ha vuelto.-Miramos atónitos hacia el arco iris que revolotea en nuestras pupilas.
-Precioso...
-¿Rompiste la promesa?
-...¿Y tú?
-Remember, rómpelo todo dentro de mí, menos mi corazón, porque romperías algo que es tuyo.Completamente... Tuyo.




28 de febrero de 2011

Muchas horas perdidas entre mis dedos.

El tiempo se ha ausentado entre mis manos. Tengo miedo a que se aloje ahí a su antojo, y no salga para sanar estas heridas.
Boca abajo el mundo se ve diferente. La ventana ya no enseña los rayos del astro brillante. Solo una casa vacía ante mis ojos, donde en su ventana ya no  está él, el chico de mirada chispeante que, tal día como hoy, tal hora como ésta, estaría ahí. Sonriendo. Grito al cristal.
Vuelve!.-Respiro cansada, el cristal se empaña de dolor y lágrimas.
Vuelve!.-Golpeo con mis manos, me rehuyo entre las sábanas, y me encojo, agarrando mis rodillas con mis manos, presionándola en mi pecho.
-Por favor.-Acaricio lentamente la alianza, la beso y entonces me doy cuenta de que, nada volverá a saber tan dulce como sus labios.
-¡Eh!, Ermitaña, despierta, venimos a alegrarte el día.
-Arriba, ¡Vamos!.-Ann y Cris sonríen desde la puerta.
-Chicas, enserio ... No tengo muchas ganas de nada hoy.
-¿Enserio eres ?, Dónde está mi Re , mi pequeña lucecilla, mi mijita de algodón de azúcar, ¿eh?.-Sam entra y con ella chucherías varias y un casete antiguo. Se sientan a mi lado, y me abrazan. Entonces ponen el vídeo,  con fotografías de todos nosotros. Y ese día en el bosque.
-¿Te ves?, Pues, esa eras tú, sí, sonriente y feliz. Queremos que vuelvas.-Entra Aitor, con una sonrisa de oreja a oreja. Todos me abrazan, y sonríen a mi lado.

Una sonrisa de complicidad nace en mi cara, que, poco a poco recupera su tono rosado.
-Siempre nos tendrás para todo, Mijita.
-Gracias chicos.-Sonrío. Las fotografías navegan en el televisor flemáticas y sosegantes. Mientras bailamos al ritmo de Katy Perry, y comemos muchísimas pepitas de chocolate.



Todos se marchan, Sam se detiene y sonriente dice :
-Alguien te espera abajo, Mijita.-Hago un gesto de cansancio, ha sido un día larguísimo. Bajo las escaleras de dos en dos, tres en tres. Me detengo, agacho la cabeza y me recojo el pelo con un moño antes de elevar la mirada hasta sus ojos azulados y su pelo revuelto.

-¿Te hace una de pelis de terror?. Te prometo no volver a dormirme. Haré otros veintitrés cafés, y volveremos a vivir esas 23 horas... Juntos.


Preguntitas | Música | Tuenti

24 de febrero de 2011

Jerséis, bufandas y poco más.

La ventana es una puerta que da a conocer el mundo de la noche. Cierro los ojos con fuerza, e intento tragarme una lágrima. Cierro el puño, rabiosa, con un llanto tenue. Abro los ojos, el mundo está turbio. Me froto los ojos. ¿Por qué ahora?.
















-Quiero que me abraces. Quiero que tu olor se quede grabado en mí, quiero que tu brillo sea un trueno en mi pecho. Te puedo decir muchísimas cosas que quiero. Y una que no quiero que suceda, jamás.
-Eres tan bonita...-Doblaba su ropa, y la guardaba en su mochila de cuero.-Cómo brilla nuestra alianza, ¿eh?.
-Nuestra cestita de picnik, tu broche, mi abrigo negro como la noche...
-¿Como la noche que nos espera?.
-Sí, la última.-Me aferro a su cuello con ambos brazos, me niego a dejarlo ir. Millones de fotografías en blanco y negro, un sillón color berenjena, y muuuuuuuchos recuerdos que, están compartiendo sitio junto a sus camisetas de series animadas. 


La playa estaba cálida e indiferente ese día. Varias conchitas de colores nadaban en la orilla. En un cubo rosado, agarrados de la mano, cogíamos las más bonitas. Besos, marea y mucho amor. Mucho amor, casi tanto, que el mar golpeaba nuestros cuerpos al son de nuestros latidos compartidos. 





Ese beso en esa heladería tan dulce. Ese beso a sabor del chocolate. Ese beso que marcaba nuestra primera quincena juntos. Querida Libreta... Viendo estas fotografías, pienso ¿Podré soportar su marcha?.









La mañana acaricia nuestros cuerpos, revolcados y derrivados a la oscura deriva. 
-Buenos días princesa, no he dejado de soñar contigo.
-Eres un tipo muy cursi.-Pero es mi tipo cursi, mi chico de mirada chispeante, de labios carnosos, y de ojos verdes. Sí. Es mi Jhon, y nadie podrá hacerme sentir, lo que él un día hizo nacer. Y, aunque se marche... Ese brillo, ese calor... Siempre estarán en mis palmas, en mi cabeza. Esa calidez, siempre permanecerá en mí, muy muy dentro de mí. Porque el siempre será mi Judas, y yo su pequeña santa.


Y como yo soy la dueña de esta ridícula libreta,  lo dejo aquí. Y sé que este 24 de Febrero dará para muchas entradas. Porque el 24 de Febrero, las miradas chispeantes se esfumaron como se podía haber esfumado la espuma en un baño caliente. El se había ido.  Para
siempre.

15 de febrero de 2011

Algo impredecible.

Es extraño. Muy extraño. Acaricio la solapa,  sonriente. El besa mi mejilla torpemente, sentados en un banco de reluciente metal, ausentes de el gentío que entran y salen por los vagones transitados
 -No me dejas leer pequeñín. 
 -¿Es que ese libro es más interesante que yo?.-Hace un gesto de falsa sorpresa, y se encoge de hombros, con tristeza.
 -Sabes que nada es más interesante que tú.- Sonrío, una y otra vez más. Impaciente, sonrojada y extraña. Me siento muy extraña.
 -Quedan tan solo 13 días.
 -Aún no creo que te vayas.
 -¿Qué lees?.-Ahueca su cabeza en mi cuello.
 -La princesa sin reino.
 - Y, ¿De qué va?.
 -Pues, de una chica que por su reinado, no puede casarse con otro que no sea quien le obliguen. A sus 16 años se enamora de un criado ...
 -¿Lo típico?.-Me interrumpe, y sonríe.-Eres tan predecible...-Chasquea los labios y me besa la mejilla.
 -¿Crees que soy predecible?, Pues, te tengo una sorpresa. Ven, sígueme.

El cuarto desordenado, la ventana refleja la luz que muestra las calles. El frío acaricia las cortinas turquesas. Hago un gesto de "ven" con el dedo indice, y sonrío pícara. Arrastro su fuerte cuerpo hacia mí, acaricio su pelo, y cuando se precipita a besarme, me alejo. Chasqueo la lengua y río a carcajadas. Coloco en el toca-discos antiguo el disco de Umberto Tozzi. Ronroneo, y acaricio los cuatro discos. Grito. Lo he encontrado. Comienza a sonar... .
-Dan dabadan, daba dan dan parrabandan darrabán dan, dan dubadán...-Canturreo. El ríe. Me precipito sobre él. Reímos.  

 -Pequeña...-La noche se arroja sobre nuestros hombros, jugamos entre las sábanas, olisqueo el dulce olor de sugus de piña en su camisa desabrochada, lo apriento fuerte sobre mí. Susurro.
 -Dime...
 -Eres tan predecible...
 -No me importa serlo.
 -Pero ¿sabes lo mejor?, que, aun siendo predecible, testadura, celosa, algo torpe y muy bonita... Aun siendo todo eso, no dejas de parecerme irreal.
 -¿Irreal?
 -No comprendo como haces que lo imperfecto alcance lo perfecto.-Enconge los hombros, aún sonrojado y muy despeinado.
 -¿Llego a superar lo perfecto?.-Le acaricio, acaramelada.
 -Lo alcanzas, lo superas y llegas a varios kilómetros sobre lo perfecto.

7 de febrero de 2011

Amigos de lo extraño.

 -¿Qué harás cuando todo esto acabe?.-Desarraigaba el césped mojado de rocío, húmedo y raspante.
 -¿A qué te refieres con eso de "acabe"?.-Me ojeaba lentamente desde la otra punta del mantel, donde jugateaban un par de hormigas rojas en la comisura de éste.
 -Pues, a que, todo tiene un final escrito, ¿No?.-Tartamudeo.
 -Se supone que el destino solo escribe lo que nosotros haremos en un futuro así que...-Se acercaba lentamente a mí, y me besaba lento, susurrando paulatinamente una canción que hace minutos sonó en una de las radios anticuadas de, unos abuelos que paseaban agarrados de la mano por el bulevar.-... Así que, mandémosle al carajo
 -Shht! No digas palabras feas, que estropean tu cara.-Jhon musitaba, reía y saltaba entre mis piernas. Me besaba jugosamente, y ansiaba una y otra ve que el momento durase muuuuuucho tiempo. 

-Aún no respondiste a mi pregunta.-Digo, decidida  a recibir una pregunta, anhelando una de sus ingeniosas respuestas que, sin legar a menos, hacen que me derrita lentamente por dentro, como la mantequilla en el microondas.
-Para qué quieres una respuesta, si no harás más que sufrir en cuanto la oigas...-Doy un respingo hacia atrás.
 -A caso, cuando acabe este frío mes de Febrero, ¿te irás?.
 -Aun queda mucho Febrero por delante, ¿No crees?.-Lo agarro con mis dos palmas entre abiertas, su cara arde entre mis gélidos dedos, que hacen que palpite, tanto tanto que los escalofrío dominan mi respiración. Sonrío.
 -No puedes irte.
 -Te llevaría conmigo.
 -No creo que debamos irnos, dejarlo todo, a un rumbo sin fijación, a la nada.
 -¿A caso hay algo más interesante que lo desconocido?.-Sonríe con perspicacia, pícaro. Picante.
 -Sí, hacer que lo que es ahora afamado, volver a verlo como lo oculto que un día fue.

1 de febrero de 2011

El Primer día de Febrero.

 -No creo en ti.
 -Dime porqué.
 -Tus ojos muestran lo que tu corazón esconde.-Acaricio su cara con las dos palmas frías, en aquella tarde, la primera tarde de un duro y frío Febrero.
 -No puedes irte Remember, no puedes.
 -Está hecho, lo siento me voy de casa.
 -Por favor, no te vayas.
-Lo siento, lo siento ...-Cojo las maletas a rayas, con topos naranjas, y un pequeño maletín con casetes antiguos y fotografías con mi familia.
 -No puedes irte.
 -Sabes que sí, Rosse.
 -Quédate conmigo, por favor.-Ruega con los ojos puestos en los míos, buscando un poco de debilidad y entonces, atacar.
 -Está decidido, no puedo oírte.-Lo empujo hacia la puerta entre abierta, y salgo. Aun puedo oírle, oigo su voz áspera pedir un poco de tiempo. Con las dos manos congeladas, me tapo las orejas enrojecidas con las mangas, y tarareo una canción ininteligible. Sonrío y me digo a mí misma ''¿Qué puede salir mal?''
La frase juguetea, brinca rebota y se repite en mi cabeza.
 -Hola cariño.
 -¿Qué haces aquí Jhon?
 -Venir a buscar a mi pequeña nariz respingona.
 -Traigo todo, podemos irnos.-Sonrío, y hundo mi nariz en su cuello. Da un pequeño respingo, estoy demasiado fría, demasiado gélida como para poder tocarlo, y que él no sienta dolor.
 -¿Estas lista?
 -Más que nunca.
 -Antes ... Quiero que tengas una cosa.-Con un gesto de exasperación, busca en su pequeño bolsillo, con la barbilla clavada en el final de su moreno cuello. Gira la cabeza hacia los lados y suspira. Sonríe, lo ha encontrado. A nuestra alrededor nadie nos observa, indiferentes al frío.-Tómalo.
 -¿Qué es?
 -Ábrelo.
 -Una fotografía ...-La toco, la huelo, la siento. Recuerdo ese día de otoño. Parecía ayer. Sonrío. El jugateaba con una costura desfilachada del cojín, mientras yo besaba su mejilla repetidas veces. Estábamos sentados en un sillón color ciruela, Diciendo tonterías y comiendo albaricoques dulces. Bebiendo soda, compartiendo el sabor dulce de sus labios con mi sabor agrio, debido a la limonada que hace poco me había tomado. El diálogo nace de nuevo en mi cabeza.
 -Adoro el chocolate derretido en un día de verano.
 -Pues, yo adoro hundir la cara en la almohada fría en invierno.
 -¿Ah, sí?, Pues yo adoro ponerme unos calcetines que guardo por casa, donde cada dedo tiene su sitio. ¡Son adorables!.-Sonreía, y me retorcía entre sus brazos.
 -Yo adoro comer pequeños trocitos las galletitas de jengibre el 25 de Diciembre.-Sonreía y me pellizcaba la nariz. -Pero, hay algo que supera todo con creces, algo que me gusta más que todo esto ...-Encogí los hombros y levanto las manos, con chocolate derretido en la nariz, y lágrimas por las mejillas a causa de la risa tonta.
 -¿Qué es Jhon?
 -Te lo diré con el tiempo. Ahora sonríe, vamos a capturar este momento, ¿Eh?.-El flash atontaba nuestras pupilas, pero aun así lo veía perfecto, tan perfecto que cada poco me mordisqueaba un poco el labio para saber si no era un sueño. Ahora tenía una prueba, esto no era un sueño. Tenía y tengo, una fotografía.

 Sonrío de nuevo, encuentro esos recuerdos tan cálidos, tan reconfortantes y apetecibles que me apetece navegar un poco más. Jhon me pellizca la oreja, y sonríe de nuevo.
 -Me dirás ya que es lo que más te apetece, te encanta, te enloquece, y te maravilla ¿Verdad?.-Sonrío.
 -Está bien, te lo diré.-Hace un gesto de cansancio con los hombros, estira los dedos, y sonríe con una carcajada. 
 -Pequeña, no hay cosa que me enloquezca, que me deleite, que me guste, que me maraville más que . ¿Me oyes bien?. Tú, pequeña, eres lo que más me encanta. Y, ahora, ¿Qué tal si vamos yendo a casita?.

Y para preguntas pícaras o dulces :