30 de agosto de 2012

Madrugadas oscuras y frías.





















Extrañé el frío. Después de mucho tiempo, acostada observando la pared de mi habitación de hotel que había pagado hace menos de cuarenta minutos, extrañé el frío. La oscuridad se adentra en la pequeña estancia despacio, atrapando cada rinconcito de luz. Pronto, me encontraría cubierta de una lobreguez tan pegajosa y pesada que me obligaría a avanzar hacia el sueño. Suelto un sollozo, y permito que la oscuridad acaricie las paredes, las cortinas, la cama, mi piel. Durante un segundo, me sentí extrañamente desnuda. Abrí los ojos y al mirar el reflejo de la ventana, me di cuenta de lo que podría ser lo más importante que hubiese hecho en todo el día. Me dí cuenta de que no extrañaba el frío. Extrañaba la persona que siempre me hacia recordar lo agradable que llega a ser el frío. Y, por un momento, odié con toda mi alma el frío, pues sin darme cuenta, ya estaba encajado en la habitación, y esa noche, era el único acompañante que estaría dispuesto a compartir la oscuridad. 

Palabras sin voz


Podía decir que sostuve la felicidad entre mis dedos. Si, podría.
Aun siento el incesante repiqueteo de las ideas de mi cabeza. Una vez más, me giro hacia la ventana, y con la vista nublada de sentimientos contradictorios, suspiro al cristal mientras una ola de asfixia escala por mi tráquea. Me oprime el pecho, y unos golpes secos intentan salir de mis pulmones, vacíos. Un gemido de dolor logra escapar de mi garganta, seca, dolorida. Luego, lágrimas.
Podía decir que saboreé la felicidad, intenté retenerla en el paladar para que su dulce y ácido sabor permaneciese dentro de mí. Si, podría.
Mi vida coexiste dentro de mi, haciendo de sus propias decisiones mi propias experiencias. Me siento una intrusa en mi propio cuerpo. Necesitaba volver, regresar. 

22 de agosto de 2011

El País de las Maravillas.

Sueña. Sonríe. Sorpréndete. Llora. Vive.
-Quiero enseñarte algo.-Me abrocho la chaqueta de lana, y me froto las manos en los pitillos gastados. Esas palabras salen de su boca lentamente, como si quisiera saborear cada una de sus palabras. Miro con curiosidad sus ojos verdosos, que con la luz brillante del día carecen casi de azul
-¿Está lejos?.
-¿Qué mas da eso?.-Carraspea. Comparo su pelo revuelto aun liso con los cabellos sedosos y ondulados de James, su hermano. Si te fijas bien en sus ojos, tienen una ligera similitud. Aunque son tan distintos, tan encantadores. Dave tiene sus dientes ligeramente torcidos, aunque James muestra una sonrisa completamente perfecta. Dave tiene unos ojos grandes y brillantes, aunque los de James son rasgados y oscuros. Los dos son altísimos. aunque Dave posee un cuerpo musculado y fuerte. Sin embargo, James es tan elegante, tan fino que parece que su cuerpo se compone de rectas y delicadas curvas. ¡Son tan diferentes!. Y los dos me atraen por igual. ¡Ay, Remember, y pensar que viajaste tanto para acabar igual!. Y es que, la historia se repite
-No la pierdas eh.-Sonríe.
-¿Para qué sirve?.-Frunzo los labios, nunca me han interesado mucho las sorpresas.
-Es la entrada para un lugar -Me agarra la mano. -Cierra los ojos.-Hago lo que me ordena. Inspiro lentamente, y siento  una oleada de viento fuerte que hace que me desabroche violentamente la chaqueta celeste. El  peinado recogido antes bien peinado, ha quedado en un intento de moño. Hago el intento de abrir los ojos, pero el fuerte viento hace que en menos de un segundo vuelva a cerrarlos con escozor. El viendo amaina lentamente, y aun siento su mano agarrada fuertemente a la mía.                      -Lentamente abre los ojos.-Dice en un susurro.  Hago lo que me dice nuevamente despacio, y ahogo una exclamación al ver borroso lo que veo. Sacudo la cabeza y abro los ojos más. Este lugar se parece al país de las maravillas. Sí, sí. El de Alicia. Pero, en este caso, este era nuestro país. El país de Dave y yo.
-¿La tienes?
-¿Eh?-Desorientada y confusa, hago un gesto de confusión. Luego, caigo a lo que se refiere. Le entrego la entrada azul, y sonríe.
-¿Preparada?.-Asiento. Tengo curiosidad de dónde me lleva.

Por un momento espero encontrarme con ese gato que sonríe tanto, con esa oruga fumadora, con los hermanitos rechonchos, y, sin miedo, con la reina de corazones.
Es un jardin largo, extenso y sin fauna alguna. Un cielo rosado cubre el horizonte, y más lejos, una puerta. Introduce la entrada, que segundos sobre sale con una marquita, parecida a la que hacen en el metro, donde, nos besamos.
Veo una pantalla blanca, ancha. Dos asientos, y gominolas de frambuesa. Tomo asiento. Se apaga la sala, donde solo se oyen nuestras respiraciones. Al comenzar, se pueden leer varias palabras abajo a la derecha.

Sueña. Sonríe. Sorpréndete. Llora. Vive.

21 de agosto de 2011

La noche en la que me desvelé.

Una resonancia sorda embriaga toda la habitación. Me siento en la cama con una exclamación ahogada. Me froto los ojos y veo alarmada  la hora que apunta el reloj. 6.43.
Arrastro la manta de piel hacia el suelo con los pies, y sin hacer ruido me dirijo a la cocina. "Tengo que encontrar algo, pero ya". Pienso. Una luz anaranjada se incluye en la cocina que, poco a poco consigue que tenga que entrecerrar los ojos. Respiro hondo, lentamente. Cojo la cesta de buñuelos con chocolate frío y le doy a la tecla de 2 minutos al microondas. Cuando ya tengo esa masa caliente con chocolate fundido entre mis manos, me dirijo hacia la habitación de Dave. Suspiro. Empujo lentamente la puertezuela, y hace que otra oleada de luz naranja me deslumbre. Allí está, en su cama de más de dos metros, tapado hasta la coronilla. Sonrío, y cierro la puerta. Dos pasos mas allá está la habitación de James. Me sorprendo al ver que está cerrada desde dentro, y no se puede entrar. Me encojo de hombros, abatida, y me dirijo hacia mi habitación. Comienzo a relatar.

"Siete y once minutos"
"Nadie sabe con certeza cuando, donde o como. No hay ninguna persona que te pueda asegurar que todo va a ocurrir en algún día o momento determinado. Nadie. Hoy piensas que todo va a salir bien, y te sorprendes. Pero supongo que eso es lo bonito de todo esto. Que si ve que hoy no ha salido bien, piensas que mañana será otro día. Y así sucesivamente hasta que ocurre. El truco no está en esperar, si no en creer en que algún día sucederá."