21 de agosto de 2011

La noche en la que me desvelé.

Una resonancia sorda embriaga toda la habitación. Me siento en la cama con una exclamación ahogada. Me froto los ojos y veo alarmada  la hora que apunta el reloj. 6.43.
Arrastro la manta de piel hacia el suelo con los pies, y sin hacer ruido me dirijo a la cocina. "Tengo que encontrar algo, pero ya". Pienso. Una luz anaranjada se incluye en la cocina que, poco a poco consigue que tenga que entrecerrar los ojos. Respiro hondo, lentamente. Cojo la cesta de buñuelos con chocolate frío y le doy a la tecla de 2 minutos al microondas. Cuando ya tengo esa masa caliente con chocolate fundido entre mis manos, me dirijo hacia la habitación de Dave. Suspiro. Empujo lentamente la puertezuela, y hace que otra oleada de luz naranja me deslumbre. Allí está, en su cama de más de dos metros, tapado hasta la coronilla. Sonrío, y cierro la puerta. Dos pasos mas allá está la habitación de James. Me sorprendo al ver que está cerrada desde dentro, y no se puede entrar. Me encojo de hombros, abatida, y me dirijo hacia mi habitación. Comienzo a relatar.

"Siete y once minutos"
"Nadie sabe con certeza cuando, donde o como. No hay ninguna persona que te pueda asegurar que todo va a ocurrir en algún día o momento determinado. Nadie. Hoy piensas que todo va a salir bien, y te sorprendes. Pero supongo que eso es lo bonito de todo esto. Que si ve que hoy no ha salido bien, piensas que mañana será otro día. Y así sucesivamente hasta que ocurre. El truco no está en esperar, si no en creer en que algún día sucederá."

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